Quedarás hechizado cuando se te ocurra mirar a Tatiana a los ojos: tan oscuros y penetrantes son ese par de ópalos.

AL ESCUCHAR su voz, tan profunda y seductora, te preguntarás si proviene de las profundidades de la tierra. Cuando Petter Hegre vio a Tatiana bailando en un club nocturno de Bucarest, le pareció que sus ademanes amplios y atrevidos se convertían en un cuervo negro que escapaba volando hacia las nubes, y por un momento sintió que volaba con ella.

Podría decirse que el resultado fue obra del destino: unas fotos muy provocadoras y profundamente emotivas que sacan a relucir el hondo erotismo oculto en el alma de Tatiana. Cuando veas a Tatiana comerse un durazno en una piscina azul, jamás volverán a saberte igual los duraznos, y si te encuentras en una piscina es posible que veas la sombra del cuervo pasar sobre la superficie del agua.

Tatiana tiene el espíritu místico de un pájaro, y a Petter no le sorprendió en absoluto cuando ella le dijo que su mayor ambición era conseguir una licencia de piloto para volar muy pero que muy lejos.